Tiempo al tiempo - MOVIMIENTO SLOW MATERNITY - Caminos a la conciencia


El movimiento slow food que nació para contrarrestar el fast food y la fast life, impedir la desaparición de las tradiciones gastronómicas locales y combatir la falta de interés general por la nutrición, los sabores y las consecuencias de nuestras elecciones alimentarias recupera el acercamiento al alimento y la nutrición de manera que toda la vida se modifica a través de esto.

En los mismos parámetros de mantener una vida “FAST” (rápida y urgente) es donde nuestros hijos se quedan con la lengua afuera desde antes de nacer.
Desde el ritmo de vida que llevamos las madres embarazadas trabajando hasta el último segundo hasta los mil estímulos visuales y sonoros que existen en las salas de parto, ni bien “cocinados”, los bebés nacen rodeados por una marea de estrés y exigencia.

Madres y padres nos encontramos muy solos frente a las exigencias que hoy en día enfrentamos sobre todo en las ciudades tanto económicas, físicas como emocionales y demás. Ya no hay comunidad de vecinos, ni abuelos disponibles para repartirse el tiempo con los niños.

También tenemos una prisa exacerbada incluso porque aprendan determinadas habilidades que el vecinito ya domina, desde la época del gateo las madres estamos preocupadas por si nuestro hijo desarrolló o no las habilidades motoras necesarias y a pesar de que anatómicamente sería ideal no forzar a los niños en lo más mínimo para que caminen o se coloquen en posición erguida, nos esmeramos en hacer de cuenta que caminan de la manito desde incluso los 6 meses o en ponerlos de pie en nuestros muslos con la excusa de que “el lo pide, mira, el solito se pone de pié”.
Realmente los niños piden explorar y moverse, ni más ni menos, Pero la mineralización avanza de forma proporcional durante el crecimiento y es necesario un complejo funcionamiento hormonal para que se vaya estimulando la formación de “cartílago”, aunque nos empeñemos en poner al niñito de pie lo único que causamos es que esa musculatura en crecimiento se sobrecargue antes de tiempo.
Este “ANTES DE TIEMPO” nos sucede con casi todo: los pañales, dejar la succión, dejar el pecho, meter la cuchara en la boca, ingerir algunos alimentos, lograr una cierta autonomía emocional, desapegarse de los objetos…mamita incluida, etc, etc.


Sin embargo todos llegamos a desarrollar las habilidades necesarias para la supervivencia con un poco de apoyo y contención. El otro día un papá de dos niños de seis y dos años me comenta: Con el mayor ya ha pasado lo peor…pero el pequeño es más trabajo…uy con esto de dejar los pañales!!!
El pequeño tenía dos años!!!(esta claro que es más trabajo, pero… por los pañales?) Insisto siempre en que lo que es un esfuerzo para los padres lo es para el niño.
Como es verano, a papá lo habían convencido de que antes de ir a la guardería su hijo debía tener control de esfínteres. Las crías humanas igual que cualquier otro animalito controlan con naturalidad sus esfínteres antes de los 7 años.
Cuando quise que mi hija pasara unas horas en la guardería con más niños ella tenía dos años y medio (era verano). En la reunión la maestra me aclaró que “la niña no podía usar pañales al comenzar el curso”, con una guiñada de ojo elocuente, como si ambas fueramos compinches en contra de una pequeña en pañales.
La guardería era pública, creo que es un dato importante al menos en España, porque conseguir sitio allí ya era una proeza y supongo que no muchas mamás pueden arriesgarse a perdérselo y por “miedo” acaban aceptando condiciones inapropiadas para sus hijos.
Yo devolví la sonrisa:
-Mi hija usará pañales hasta que ella lo decida, yo no tengo problema en que los use y se los compro. Si ustedes no la aceptan la llevo a otro lado. Qué hacemos? Pregunté con mirada inocente.
-Así descubrí que LEGALMENTE NO SE PUEDE RECHAZAR A NINGUN NIÑO PORQUE NO CONTROLE LOS ESFINTERES!!! Y por supuesto la maestra la aceptó muy de buena gana.
Acabados de cumplir los tres, con mi ultima bolsa de pañales entrando por la puerta ella decidió a la noche que ya no los usaba. Nunca se hizo pis, no peleamos por bragas mojadas, no hubo rincones sucios ni colchones arruinados y sobre todo…no hubo músculos resentidos que condicionan el resto de vida útil de nuestro maravilloso y mágico periné femenino.

Es la sociedad de la vida “urgente” la que va reclamando a los padres una adaptación imposible de gestionar sin que haya ningún “mal herido”.


En “Crecer criando” comenzamos el movimiento SLOW MATERNITY.
Estoy convencida de que no es fácil para las mamás hoy en día practicarlo activamente en casa, supone, al igual que el movimiento slow food, crear diferentes ritmos  y sacrificar algunas circunstancias, sacrificar tiempo, quizás tiempo incluso para ganar un dinero con el que permitirnos algunos “lujos” más allá de lo necesario.

Vamos a evaluar ideas creativas y posibilidades para las familias con niños de diferentes edades en las que veamos como vivir una maternidad más lenta y conciente.

Cuanto más pequeños sean los niños, es más fácil introducir los cambios, pero esto no quiere decir que no podamos hacerlo con niños mayores o incluso adolescentes, solo que en estos casos será necesario recuperar el “tiempo al tiempo” perdido. E incluso el perdido por nosotros los adultos!!

Para niños entre 0 y 3 años

  • El tiempo del pecho es el tiempo del pecho, es un momento único en el que se establecen los contactos que duraran para toda la vida, no solo con la madre sino con el propio cuerpo y emociones básicas. Igual que hacer el amor con nuestra pareja, este es un momento intimo, lo que no quiere decir que no se vaya a dar el pecho en público ni mucho menos, esa es una elección de cada mamá, simplemente que mamá debe tener el espacio interno para entrar en intimidad con su bebé en ese momento, sobre todo los primeros 6 meses (por no decir dos años!!) son momentos en los que si nos fijamos bien, las mamás realmente conectadas con sus bebés están como medio ausentes del resto de la humanidad.

  • Salidas comerciales: Al menos hasta los dos años, evitar todo lo posible salidas innecesarias para nuestros hijos como ir al centro comercial, al restaurante repleto de gente, a hacer compras y recorrer ciudades y si tenemos la gran suerte de que otro también se pueda ocupar…evitar el supermercado. Esto genera una sensación de prisa constante en los pequeños, estímulos que ellos no pueden aún comprender y la ansiedad por comprar y obtener se va sumando al cansancio que generan esto lugares, a la desconexión entre los miembros de la familia y normalmente a las necesidades básicas insatisfechas porque estos lugares nos mantiene a “raya”,  los niños acaban aguantando horas y horas de paseos interminables sin ningún sentido en los que nos conectamos a través de “comprar cositas” y luego nos preguntamos: porqué este niño pide todo el tiempo?

Puedo compartir mi experiencia. Nuestra hija no sabía lo que era una juguetería hasta más o menos los tres años, si pasábamos por alguna saludábamos a los muñecos en la puerta o entrabamos para conversar con ellos, ella se iba llena, completa, habiendo jugado. En mi bolsillo volvían las mismas monedas y hoy no pide nunca con prepotencia que le compremos cosas en las tiendas.

  • Evitar tener pantallas lumínicas en casa encendidas mucho rato con las que los niños se entretengan jugando. Me refiero a aparatos de todo tipo como Ipads, Iphones, tv´s. Mantener a los niños alejados de teles y demás hasta los dos años es un regalo que la familia lo agradecerá después, porque de lo contrario el chupete electrónico luego hace sus efectos y nos encontramos con niños adictos al encuentro cercano y permanente que les provee la televisión pero desconectados de su “centro” y con poca paciencia y habilidades comunicativas para estar compartiendo la vida con otros. Yo creo que la tele es una de los sustitutos más bestiales que hemos encontrado para la “atención exclusiva” necesaria. Muchos padres si nos quitan esta posibilidad no sabemos que hacer con los hijos. Esta tarde una alumna vino a compartir la sesión con su hijo de 4 años, el suele mirar mucha televisión. Mamá está embarazada y me dice como es lógico: recurro a ella cuando estoy cansada y no me puedo mover más. Lo miré y le dije que podía jugar con los cojines de la sala. En 10 minutos la sala era una torre de cojines para trepar y el había imaginado rapidamente un escenario creativo en el que los adultos no tuvimos que mover un dedo!!! Había pasado jugando allí 30 minutos sin que nadie tuviera que “animarle la fiesta” y no se quería ir de la sesión ni con la promesa de que iría a jugar al parque. Creemos que la televisión es una opción que nos aliviará trabajo. Está más que comprobado que tanto los niños como nosotros podríamos pasar horas frente a la pantalla, cada vez más desprovistos de ácidos grasos preciado alimento para sus cerebros en formación, sin embargo esto nos vacía, nos hace perder un tiempo preciado de vida, nos hace sentirnos “urgentes” pasando de un canal a otro, de una publicidad a otra, de una compra a la siguiente, de una noticia drástica a la próxima. Ponerles la tele permite que estemos a tono con la vida FAST. También nuestros hijos pueden tener un buen lugar en la cocina para pintar a nuestro lado o para hacer las tareas del hogar y cocinar junto a nosotros, en cambio llegamos a casa con poco tiempo y hacemos mil cosas mientras miran la tele. Pero esta costumbre necesariamente la inculcamos los padres!!! Ningún bebé nace sabiendo lo que es una tele ni un chupa chup como “premio”…

  • “El azúcar como premio” . Nosotros comemos un chocolate y muchas veces decimos “me lo merezco”, tenemos socialmente metido en el ADN que el azúcar nos recompensa por alguna acción bien hecha. Nos premiaban con un buen postre, nos castigaban sin el. El azúcar genera la “ilusión” de un aporte rápido de energía que luego nos sube un escalón y nos baja dos. Esta directamente relacionado con la hiperactividad tanto en niños como adultos. Hay extensa bibliografía sobre el tema para quien quiera investigarlo aunque no es el cometido de esta nota, pero en resumen entramos en el “bucle” del azúcar y es un circulo vicioso. Los niños están desprovistos de energía nutritiva tanto física como emocionalmente porque en el mundo FAST no hay lugar para el natural ritmo que un niño trae. Si se quedan aislados frente a las pantallas lumínicas y consumen diariamente una alta ingesta de alimentos azucarados o con harinas refinadas, acaban “forzando la máquina” lo que les genera un superficial ritmo hiperactivo y la imposibilidad a esta altura de “escuchar su propio cuerpo”.

Niños mayores de 4 años

Este cambio es muy particular en cada familia dependiendo de las posibilidades, de los acuerdos internos y de la experiencia de vida que hasta el momento hayan tenido los niños; pero vamos a analizar, aunque no me guste el término, algunas “generalidades”:

  • Tener la disponibilidad para una buena charla. Si vamos a cambiar patrones de comportamiento es importante que ambos padres, si viven juntos sobre todo, puedan llegar a estos acuerdos sin que esto genere una crisis familiar que los niños sufrirían aún más. (Ver nota “adaptación a la alimentación natural y acuerdos en las familias”). Una vez clarificados cuales son los puntos que queremos mejorar entre los adultos, por ejemplo, que nuestros hijos miren menos tele, tendremos que ponernos de acuerdo sobre la manera más adecuada y sencilla para llevarlo a cabo en nuestro caso. Yo sugiero en principio que nuestros hijos NO MIREN LA TELE SOLOS. Si uno de los padres está acompañando al niño interesado por la historia que allí se está viendo es muy diferente al hecho de dejar a los niños solos mirando su película. A partir de esto será más fácil introducir cortometrajes con historias interesantes, nutritivas emocional, visual o intelectualmente, que aporten alguna enseñanza y sobre la que podremos conversar cuando esta acabe (sugiero por ejemplo: Minuscule de Tomas Szabo, animaciones para acercar la naturaleza a los niños. Tambien la película “microcosmos” documental sobre insectos fue lo único que nuestra hija vio antes de los 3 años). Con los más adolescentes o preadolescentes incluso es muy adecuado poder sincerarnos, asumir que en otro momento lo hemos hecho de esta o de otra manera porque no conocíamos algo mejor y que ahora nos parece adecuado estar más cercanos y también queremos aprender. Es muy prioritario para los padres mantener una mirada sin juzgamiento ante los hijos que quieren pasar todo el día frente a la tele, porque estos niños generaron esa costumbre por temas que nacen en la familia y son DE TODOS. Reprocharles ahora diciendo: “te pasas el día frente al ordenador o a la tele”, seria igual que decirles…ahora no puedes conectar con tu mamá sustituta que te dio mirada incondicional todos estos años!!!!
      Es crudo, pero es.

  • Favorecer el contacto corporal ningún niño que tenga a mamá bailando 15 minutos en la sala o haciendo una auténtica “guerra de cojines”, preferirá quedarse frente al televisor. También las actividades corporales fuera de casa y en contacto con la naturaleza.

  • “Aprender a esperar” Mi hija de cinco años, a dos calles de casa, se puso a llorar enfadada porque quería agua y para el agua, mami, no hay que tener paciencia, me dijo…es agua. Le explique que debía esperar, no había tiendas en el medio y estábamos cerca. Ella estaba cansada, esta claro que no era el agua su problema. Pero llegamos, cenamos y le puse un pequeño video sobre niños con hambre en el Africa. Lo miro con atención. Conversamos lentamente sobre como alguien les traía comida y sobre que podía pasar si la comida no llegaba. Sobre la paciencia que ellos tenían esperándola. Conversamos sobre el agua y la paciencia y también sobre la muerte. Esto también es slow maternity. Parece drástico? Pero fue un movimiento amoroso y a partir de allí, al agua y la comida se agradecieron de otra manera. Mis propias urgencias eran las que ella expresaba. Los padres nos estresamos extremadamente hoy en día por cumplir las necesidades de los hijos sin demasiada espera, los niños ya no tienen 5 hermanos y normalmente tienen que esperar poco para cualquier cosa. Creo que aprendiendo a esperar también transmitimos la capacidad de espera

  • Y sobre todo…muy sobre todo, hacernos verdaderas preguntas, disponernos a un proceso terapéutico en el que podamos revisar concientemente por qué estamos donde estamos, que herramientas tenemos para llegar donde queremos ir y cuales nos faltan pero podemos construir. Esto libera a nuestros hijos, les quita peso y etiquetas y a nosotros nos hace GRANDES, crecidos, adultos espirituales. Seguramente no evitará que nuestros hijos el día de mañana pasen situaciones difíciles o retos en la vida pero nos permitirá en aquel momento mirarnos sinceramente a los ojos y poder acompañarnos con mayor profundidad.

No tenemos vidas perfectas, es una mentira que nos fuimos contando, pero podemos darnos espejos reales donde mirar y proyectar lo que querramos construir.
Yo deseo una slow maternity, para todas las madres del mundo aunque les dure un minuto y medio y mañana tres minutos y el mes que viene cinco. Creo que 5 minutos de mirarnos a los ojos valen toda una eternidad


Por eso esta nota está dedicada a mi papá.
Que me mira a los ojos, que se hizo verdaderas preguntas y se cuestionó incansablemente, asumió muchas veces sus errores y me contó sobre las herramientas con las que el mismo no contaba e intentaba construirse.
Y aunque no fue incluido, aprendió a incluirme cada día.
Así me da herramientas para mis incógnitas y aporta sus ideas y horas de lectura para que la Crianza Inclusiva y el proyecto de Crecer Criando sigan creciendo.

Recomiendo el libro “El poder del discurso materno” de Laura Gutman. Explica extensamente como utilizar el trabajo sobre nuestra biografía humana para hacernos preguntas que realmente “nos muevan el punto de encaje”.



Las fotos de esta nota son de Fiona Mettini

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